domingo, 16 de abril de 2017

Francisco Antonio Cano

Francisco A. Cano Cardona

Pintor, escultor y grabador.

Yarumal, Antioquia. 1865 - 1935
Hijo de José María Cano, un diestro artesano que ejerció la platería, la pintura, la escultura, el comercio y hasta los títeres, Francisco Antonio Cano Cardona aprendió de su padre las primeras letras, el manejo de los pinceles y colores, el uso del buril y de la cera perdida. Sus primeros años estuvieron marcados por las privaciones propias del origen humilde. En 1883 se vinculó en su pueblo a la asociación "Club de los amigos", que perseguía fines culturales, e ilustró el periódico manuscrito que publicaban bajo el título Los Anales del Club. En 1885 decidió viajar a estudiar a Bogotá, pero la guerra civil que se libraba ese año lo detuvo en Medellín.
Allí recibió el apoyo de la familia Rodríguez, con quienes trabó fuertes vínculos, especialmente con Horacio Marino y Melitón (1875-1942), que se dedicaban a la fotografía. A1 parecer tomó lecciones con uno de los miembros de la familia de pintores Palomino y con José Ignacio Luna, caucano que a la sazón enseñaba en la ciudad. Subsistió gracias a los Rodríguez y a su talento, que lo llevó incluso a hacer retratos hablados de personas muertas. En 1892 trabajó activamente en la organización de la primera exposición de arte celebrada en Antioquia. En 1890 mostró diversas pinturas y modelados en yeso, en la célebre Exposición Artística e Industrial organizada por el gobierno de Antioquia, recibiendo todos los premios.
Junto con Horacio Rodríguez y Luis de Greiff publicó en 1896 El Repertorio, la primera revista ilustrada de Antioquia, donde aparecieron grabados suyos y se inició como comentarista de cuestiones artísticas. Dictó clases particulares en su estudio; su alumno más destacado fue el escultor Marco Tobón Mejía (1876-1933). En 1897 logró viajar por una temporada a Bogotá, donde se relacionó con los pintores del momento y ejecutó conocidos retratos de hombres públicos. En 1899 realizó ilustraciones para la revista El montañés. Gracias a gestiones de amigos influyentes, el Congreso Nacional le asignó una modesta suma de dinero para estudiar en Europa. Viajó a París en 1899 e ingresó a las academias Julien y Colarrosi, y visitó museos de distintos países del Viejo Mundo.
Entre tanto participó en exposiciones nacionales, ganando una sólida reputación como pintor de flores y bodegones. Para conseguir prolongar su estadía, la sociedad medellinense organizó una exposición y un concierto con el fin de recoger fondos. Cano regresó a Medellín en 1901 con la idea de impulsar la creación de una academia artística, sueño que vería realizado doce años más tarde con la apertura del Instituto de Bellas Artes. En 1903, con Tobón Mejía, emprendió una nueva aventura editorial, la revista Lectura y Arte, uno de los más bellos ejemplos de la hemerografía nacional, de la que salieron 12 números. Este mismo año contrajo nupcias con María Sanín.
León, uno de sus hijos, también fue pintor. Hacia 1911 se radicó definitivamente en Bogotá, tras una ingente labor de enseñanza y ejercicio de la pintura y la escultura en Medellín. En Bogotá laboró como director de la Litografía Nacional, y luego como profesor de la Escuela de Bellas Artes, de la que llegaría a ser su rector entre 1923 y 1927. En 1913 ejecutó la que puede considerarse su obra maestra: Horizontes, un cuadro que pronto alcanzó reconocimiento público, llegando a convertirse en emblema de la epopeya colonizadora de la "raza antioqueña".
En los años diez y veinte, Cano se afanó por inscribirse en el gusto dominante. La españolería, el "neocostumbrismo" y las pinturas patrióticas conmemorativas (entre las que se destaca el Paso del páramo de Pisba), lo convirtieron en un eximio representante de la academia artística, y en blanco de críticas de los artistas jóvenes. Entre las esculturas de esos años cabe recordar la estatua de Rafael Núñez para el Capitolio Nacional (ver tomo 7, p. 147). Al margen de tanto trabajo por encargo, que obedecía a la necesidad de procurar el sustento, Cano consiguió realizar una obra más personal, cercana ya no al gusto del público sino a sus convicciones estéticas, destacándose piezas como Brumas (1922). Murió a los 69 años, pobre y casi en el completo olvido. 

Aqui dejando su obra mas significativa Horizontes

Tomado de: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/biografias/canofran.htm

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